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... tuvieran un blog. Si las paredes, además de oír, hablasen. Si las paredes fuesen rescatadas. Si las paredes...

viernes, 19 de octubre de 2007

A simple vista

A simple vista hay una pared. O cuatro, más un suelo y un techo. A simple vista una habitación es una habitación, y pocos nos paramos a plantearnos nada más allá de esto, excepto que se trate de decorar nuestro espacio.

A simple vista. A un nivel de visión tan simple, pero necesario por prosaico, que es casi inexistente. Damos por sentado las paredes y las estancias que éstas construyen, de tal modo que nuestra visión las obvia: imaginamos cómo quedarán cuando sumemos objetos al vacío, cuando colguemos cuadros de las paredes y lámparas del techo, cuando alfombremos el suelo. En fin, cuando habitemos las habitaciones.

A simple vista, viajamos por el mundo perdiéndonos mucho de éste. Lo cotidiano obliga a este tipo de mirada pragmática; pero que es tan superficial que resulta casi inexistente. La misión del artista, se nos dice a veces, es enseñarnos a mirarlo de otro modo. Los artistas degluten imágenes y experiencias, observan y traducen lo que ven para ojos menos entrenados. Es lo que vienen haciendo desde hace algunos años, con las paredes, María Jesús González y Patricia Gómez: arrojan una mirada profunda a las superficies que son las paredes, ven mucho más allá de la superficie.

Pero una mirada profunda empieza, siempre y no obstante, en lo inmediato. No hay otra posibilidad: para ver las estrellas uno dirige su mirada al cielo que cubre su cabeza. Patricia y María Jesús miran las paredes, con mimo, atentas a lo que cada grieta y cada desconchón tienen que decir. Tener el privilegio de verlas trabajar es presenciar el desarrollo de una relación muy íntima, la que se da entre ellas y las paredes; a medida que recorren con las manos la superficie, arañan y arrancan pequeñas capas de pintura, desnudan con la ansiedad del descubrimiento los colores, las formas y las texturas que la pared dejaba ver a simple vista.

Una mirada profunda, además, no puede sino trasformar lo mirado. La presente muestra “Finales de agosto, principios de septiembre” nos descubre una de las geografías que, pese a ser de las más presentes en nuestra vida, más desapercibida nos pasa: la de las paredes y las habitaciones que éstas conforman. Como los grandes descubridores del pasado, cuando estas dos creadoras vuelven de sus viajes no se conforman con describirnos lo visto, con trazar mapas en el aire: en la carga de su nave se acumulan ofrendas varias, verdaderas joyas, rollos de hermosas telas como las que Marco Polo traía de Oriente.

La mirada profunda de María Jesús y Patricia no sólo desvela las imágenes más secretas de las paredes. Su trabajo de análisis y su buen juicio e intuición artísticas sacan a la luz bellas y complejas composiciones abstractas, pinturas y pintura, aunque el resultado, parte del cual puede verse en esta exposición, no queda ahí. La obra de Patricia y María Jesús permiten al espectador reflexionar, a través del espacio, sobre el tiempo: los tiempos que hemos habitado o que otros han habitado, dejando un rastro visible en forma de capas de pintura que nos hablan del pasado, del presente y, con un sentimiento anticipado de melancolía, del futuro. Melancolía tamizada por el hecho de que haya dos artistas dedicadas a salvar de lo inevitable un pedazo de nuestra existencia cotidiana, en su peculiar y gigante cuaderno de bitácora.

La presente es una muestra de algunos de las misiones de rescate que las chicas han podido hacer en el tránsito del verano al otoño de 2007; una muestra en la que incluyen además a algunos amigos, como los fotógrafos Daniel y Winny, los diseñadores de moda Paolo y Paola, y yo mismo como documentalista. Su casa estuvo abierta, expuesta con hospitalidad a nosotros, como ahora lo está a un público más amplio.

Disfrutad.

emilio martí

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